lunes, 3 de noviembre de 2014

Democracia Integral

Ante las desigualdades a las que están llevando la concentración de poder, y de capital, en unas pocas manos, se hace imprescindible la busqueda de nuevas formulas de distribución  que vendría     a través de la participación y control de la ciudadanía. en una DEMOCRACIA INTEGRAL..
Os dejo una propuesta sobre la Democracia Integral, la cual comparto plenamente.. 
El filósofo argentino Mario Bunge, en “Filosofía política” (2013), nos hace una propuesta de democracia integral. No es el primer pensador que plantea una idea de esta naturaleza, también lo hace el italiano Norberto Bobbio. Para este, la democracia integral es la combinación del equilibrio entre el consenso, el disenso y la participación. El concepto de participación se ha vuelto crucial en el pensamiento político moderno en el que no solo la libertad, sino sobre todo la igualdad son los temas centrales, como propuesta y debate.
 ¿Cómo lograr una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales? Esta es la gran cuestión política a lo largo de la historia de la democracia.
Bunge es un filósofo analítico, además de físico y epistemólogo, autor del célebre “La ciencia, su método y su filosofía” (1960). Por eso llama la atención su incursión en la reflexión política.
Bunge caracteriza la democracia “como el régimen en el que todo el mundo tiene la libertad de gozar de todos los recursos de la sociedad, así como la de participar en todas las actividades sociales, sometido solamente a las limitaciones impuestas por los derechos de los demás”. Gozar de todos los recursos le otorga poder al ciudadano, pues este es la capacidad de controlar recursos. Mientras más recursos controlemos tendremos más poder, por eso no puede haber concentración de estos en pocas manos, sino dispersión y distribución para que haya más democracia. Desde luego ello es posible con la participación, que es el involucramiento del ciudadano en los asuntos políticos, económicos, culturales, sociales e implica acceso total a la salud, educación, entretenimiento y otras prácticas consideradas sociales que no son ni políticas ni económicas. El deporte, por ejemplo.
Para Bunge, la humanidad debe realizar seis valores claves: medios de vida, igualdad, solidaridad, búsqueda de la felicidad, idoneidad y bien común. Cree que la democracia integral es el mecanismo adecuado para alcanzar estas metas y no el mercado, como sostienen sus defensores, a los que Bunge denomina neoliberales fundamentalistas.
La democracia integral es la combinación, o si se quiere la conjunción de la democracia ambiental, biológica, económica, cultural, política, jurídica y global. Sería largo explicar en qué consiste cada uno de estos conceptos, pero es una propuesta a los problemas que se están produciendo por el totalitarismo del mercado como única vía y concepción del mundo para explicar y transformar la vida humana. Es decir, de la visión del mercado como pensamiento único. Para probar la eficacia de su propuesta, Bunge utiliza modelos matemáticos y, siguiendo a Tilly –para quien hay dos concepciones principales de la democracia: la débil (o formal), que es solo un mecanismo de consulta y arbitraje, y la fuerte, que supone la participación–, define a la democracia fuerte o integral “como el mecanismo orientado a mejorar la igualdad y punto”.

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